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Esta temporada navideña trae un sentir especial de esperanza y gratitud a los latinos en Filadelfia

Las tradicionales celebraciones navideñas se llevan a cabo en reuniones más pequeñas para evitar la propagación del coronavirus.

Mayra Rufino (centro) presenta las estatuas de José y María mientras Olivia Rodríguez (derecha) y otras miembros del Mercado de Latinas cantan villancicos durante una posada en la casa de Reyna Guadalupe Navarro en el sur de Filadelfia, el 17 de diciembre de 2021.
Mayra Rufino (centro) presenta las estatuas de José y María mientras Olivia Rodríguez (derecha) y otras miembros del Mercado de Latinas cantan villancicos durante una posada en la casa de Reyna Guadalupe Navarro en el sur de Filadelfia, el 17 de diciembre de 2021.Read moreELIZABETH ROBERTSON / Staff Photographer

En sus 17 años en Filadelfia, Reyna Guadalupe Navarro nunca había celebrado una posada tradicional mexicana en su casa en South Philly. La oriunda de Chiapas había sido invitada en años anteriores para asistir al tradicional encuentro de comida compartida, también practicada en Centroamérica, nueve días antes de Navidad. Pero este año, la pandemia motivó a Navarro a organizar la suya.

En junio, Navarro se convirtió en una de las socias fundadoras del Mercado de Latinas, un colectivo de 22 mujeres hispanas de México y América Central que venden artesanías producidas o importadas de sus países de origen. El grupo se unió después de que la mayoría de las miembros perdieran sus trabajos en el sector de la limpieza y la industria de los restaurantes a principios de la pandemia. El colectivo ha tenido dificultades para encontrar un espacio permanente para vender sus productos, después de semanas de tener mercados en el Capitolo Playground en el sur de Filadelfia.

Según Navarro, llevar a cabo una posada era el encuentro ideal para que el grupo celebrara sus logros, agradeciera por la buena salud y honrara sus tradiciones.

Con menos de dos semanas para organizar, Navarro llevó las esculturas de José y María a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús para bendecirlos. Su esposo, Agustín Arroyo, construyó un pesebre de madera para el nacimiento. Ella compró una piñata de siete picos, colgó luces navideñas y decoró un árbol blanco dentro de su garaje, donde los invitados se sentaban, oraban y solicitaban posada, que recrea la búsqueda de José y María de un lugar para pasar la noche y dar a luz a Jesús.

“Sabemos que las cosas no pintan muy bien con esto del COVID nuevamente, así que estamos felices de estar vivos y de estar juntas en esto, en hermandad”, dijo Navarro.

La primera posada del grupo de mujeres es parte de una serie de celebraciones navideñas que los latinos suelen organizar a partir de finales de octubre hasta mediados de enero, la mayoría de las cuales no celebraron el año pasado: un aguinaldo con decenas de personas que te sorprenden a medianoche o a las 2:00 a.m. tocando merengue con tambores y güira, o una parranda de horas y horas, para bailar salsa, ponerse al día y beber coquito.

Al igual que Navarro, otros residentes latinos expresaron su gratitud por tener la oportunidad de celebrar algunas de las tradiciones este año, juntos y en persona. Maria Rodríguez, una Puertorriqueña que reside en Northeast Philly, participó de los villancicos latinoamericanos en la Iglesia de la Crucifixión el domingo.

Rodríguez, quien fue miembro del coro, dijo que la reunión fue un momento esencial para los latinos en Filadelfia, quienes han sido afectados por disparidades financieras y de salud en los últimos dos años. “Este momento es de gran importancia para nosotros, porque el año pasado fue muy deprimente”, dijo.

En la iglesia, el coro cantó famosas canciones navideños, como “El burrito de Belén” del compositor venezolano Hugo Blanco Manzo, “¡Feliz Navidad!” del puertorriqueño José Feliciano, y “Ven a mi casa esta Navidad” del cantautor argentino Luis Aguilé.

Angie Mederos-Gallelli, del sur de Filadelfia, dijo que la celebración la llevó a sus días en Venezuela, cuando solía pasar la Navidad con su familia y seres queridos.

“Pasar tiempo con personas que pueden cantar tus canciones, en tu idioma, entender tu cultura y el hecho de que te viste obligada a migrar y a separarte de tu gente, es algo hermoso”, dijo. “Y nos da esperanza, lo único que tenemos en estos tiempos”.