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Rev. Luis Cortés Jr. se convierte en el primer hispano en recibir The Philadelphia Award

Para Cortés, el cuarto clérigo en ganar el premio que rinde homenaje a quienes han mejorado la vida de los marginados en Filadelfia, fue reconocido por 35 años de trabajo a favor de los latinos.

El reverendo Luis Cortés Jr., de 62 años, es el fundador, director ejecutivo y presidente de Esperanza.
El reverendo Luis Cortés Jr., de 62 años, es el fundador, director ejecutivo y presidente de Esperanza.Read moreCourtesy Esperanza Arts Center

Suelen describir al reverendo Luis Cortés Jr. como una persona que vive en el futuro.

Su capacidad para identificar las vicisitudes de las comunidades latinas y visualizar soluciones a largo plazo lo ha convertido en un “capitalista de oportunidades”, dijo el reverendo Danny Cortés, también pastor, sobre las décadas de trabajo de su hermano mayor.

“Luis se pregunta constantemente: ‘¿cómo podemos seguimos avanzando la misión?’”, dijo Cortés.

Luis Cortés Jr., uno de los miembros fundadores de la Asociación Ministerial de Filadelfia, es el fundador de Esperanza: un ecosistema de instituciones centradas en los latinos, con sede en Hunting Park, creado para fortalecer las comunidades latinas que han sido desfavorecidas.

El autor de cinco libros, uno de los 25 evangélicos más influyentes en 2005 de la revista Time, y la persona que pronunció la oración de invocación durante el almuerzo de inauguración de Barack Obama en 2013, se convirtió en el primer hispano en ganar The Philadelphia Award este año.

Cortés, de 62 años, se convirtió en el cuarto miembro del clero en recibir el reconocimiento este miércoles, junto con la Dra. Amy Goldberg, cirujana en jefe del Sistema de Salud de Temple University, y Nicole Kligerman, fundadora y directora de Pennsylvania Domestic Workers Alliance.

El premio fue creado en 1921 y celebra a aquellas personas quienes se han dedicado a mejorar la vida de los marginados en Filadelfia. En el caso de Cortés, el honor reconoce 35 años de trabajo social a favor de las comunidades latinas.

En 1986, Cortés fundó Esperanza con la misión de servir “al más pequeño de estos” (de Mateo 25:40: El Rey responderá: “En verdad les digo que, todo lo que hicieron por uno de estos pequeños hermanos y hermanas míos, lo hicieron por mí”).

Ahora, con 500 empleados y un presupuesto operativo anual de $43 millones de dólares, la organización atiende a 25,000 familias cada año, con programas que ofrecen esfuerzos de revitalización comunitaria, servicios legales y de inmigración, educación financiera y otras iniciativas.

Desde Florida, donde se está recuperando de COVID-19 durante un sabático de tres meses, Cortés habló con El Inquirer sobre los proyectos de Esperanza, los momentos transformativos que lo enorgullecen y cómo está planeando la transición de liderazgo dentro de la organización.

Esta entrevista ha sido editada y condensada.

Felicitaciones, Reverendo. ¿Cómo se sientes con este reconocimiento?

Es genial ser reconocido. El 1 de julio de 2021 será el 35 aniversario de la fundación de Esperanza y eso significa que yo estoy celebrando. Trabajas duro. Sabes...haces lo que tienes que hacer, y luego, de repente, tienes la edad suficiente y ganas premios.

¿Cree que se tardaron demasiado para reconocer a un latino con este premio, para distinguirlo a usted?

Eso es una crítica social, ¿verdad? Pero, algunas personas hacen mucho más y nunca son reconocidas. Por eso, es bueno ser reconocido.

¿Por qué construir un emporio de instituciones?

Bueno, cuando llegué a Filadelfia, nos [la iglesia] dimos cuenta temprano que cuanto más ayudamos a la gente a través de los servicios de la iglesia, más migraban de Filadelfia. Continuarían con sus vidas y encontrarían trabajo en otros lugares. Entonces, era como que cuánto más ayudábamos, más se alejaban. Entonces, pensamos que necesitábamos tener una estrategia diferente, porque si inviertes tanto en ellos y se van, la comunidad pierde.

Pero, no puedes decirle a la gente que se quede, ¿verdad? Porque la idea es mejorar la vida de las personas para que puedan hacer lo que quieran. Entonces, la estrategia tenía que ser construir instituciones de propiedad y operación latinas, que eventualmente se convertirían en la organización líder dentro de ese sector, en la comunidad. Si construyes la institución latina, no importa cuántas personas se vaya, porque la institución se queda. Entonces, ahora podemos ayudarlos a encontrar un trabajo, ayudar a los niños a mejorar en la escuela, ayudarlos a comprar una casa (...) ayudar la gente a irse y no sentirse mal por ello.

Hablemos de Esperanza. ¿Es ese el objetivo final de la organización o hay algo más detrás de esto?

Se trata de inspirar la posibilidad. Cada una de estas instituciones que construimos puede construir, lo que me gusta llamar, un momento transformador. Ese momento en el que uno piensa: “Anja, yo puedo”, ¡es lo más importante que podemos hacer por cualquiera! “Oh, mira, yo podría comprar una casa...yo puedo hacer ese trabajo...yo podría reparar eso” es lo más poderoso en la vida de una persona.

Los latinos seguíamos esperando heredar algo de otra persona, sabes, y eso no funciona de esa manera. Tienes que construir tus propias instituciones, adquirir tu educación y estabilidad económica, creas tu propia narrativa y te interpretas a ti mismo; no permites una narrativa o interpretaciones por parte de externos.

Entonces, aclaremos esto de una vez: no somos pobres. Tenemos dos culturas en las que podemos vivir, dos idiomas que son primarios, tenemos dos perspectivas en la vida que son diferentes, por lo que no somos pobres. Somos ricos. Porque, en mi perspectiva, a veces usamos la pobreza como excusa. La desventaja [económica] es real, pero no es una excusa para no competir.

¿Cuáles son esos momentos en los que se sientes más orgulloso de su trabajo?

Los momentos que más disfruto, personalmente, son las graduaciones. Tradicionalmente, hacíamos nuestras graduaciones en Penn con 1,000 latinos, afuera de nuestro vecindario, celebrando la vida de 140 a 160 estudiantes, dando el siguiente paso hacia la universidad. En un momento como este puedes ver tu trabajo. Otro caso es cuando los niños del barrio vienen a nuestras instalaciones para ver las estrellas en telescopios valorados en millones de dólares, traídos a nosotros en asociación con el Instituto Franklin. Nada se compara con escucharlos soñar que podrían ser científicos o el primer latino en la luna. Pero, ¿sabes de lo que también estoy orgulloso? De los bailes y presentaciones que se dan en el Teatro. Ver a nuestros grupos de baile danzar junto al Ballet de Pensilvania, el mejor del mundo, y que la gente de mi comunidad y la gente del centro de la ciudad escuchen a la orquesta en vivo en nuestro Teatro, que interactúen con ellos y les hagan preguntas. Esas son experiencias transformadoras.

¿Cuáles detalles puede compartir sobre los proyectos futuros en los que está trabajando actualmente para Esperanza?

Bueno, estamos construyendo un fideicomiso de terrenos para la vivienda asequible, para que podamos comprar tantas casas como podamos en El Barrio y mantenerlas asequibles. Tenemos que averiguar cómo hacemos para que el Teatro funcione para la era posterior al COVID-19. Todavía estamos construyendo el periódico. Esperamos tener programación de radio en estaciones de radio en español e inglés, producidos por Esperanza, para comunicarnos con nuestra gente. Y debemos seguir construyendo la sinergia entre todas las instituciones. Todavía no lo hemos logrado, pero estamos en eso.

¿Qué podemos esperar de usted tan pronto regrese de su sabático?

Una de las razones por las que estoy en el sabático es que necesito trabajar en cómo será la transición de nuestro liderazgo. Después de 35 años, esta es la última parte de mi trabajo como fundador de Esperanza, tener una conversación que responda preguntas como:

“¿Cuál sería el futuro de Esperanza? ¿En qué necesita participar Esperanza? ¿Cómo motivamos a 25,000 familias fuera de las cosas que hacemos normalmente y para qué?”.

Estamos en un momento difícil en este país. Ahora que hemos visto [Black Lives Matter], ¿qué hace la comunidad latina? ¿Nos unimos a ellos? ¿Tenemos una respuesta hispana, en solidaridad con ellos? En eso estoy pensando.

No voy a vivir para siempre y no debería estar a la cabeza para siempre. Entonces, comencé a mirar esto, para determinar si será un proceso de cinco, siete o nueve años, y para responder esas grandes preguntas que estoy tratando de resolver.