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Esta escuela secundaria de Filadelfia revela graves problemas de asistencia en el distrito educativo

Filadelfia tiene un sistema para rastrear la asistencia estudiantil que el público no puede ver. Revela cuántos estudiantes nunca van a clase.

Estudiantes salen de la escuela secundaria Thomas Alva Edison al final del día de clases. Los estudiantes que pasan sus tarjetas de identificación por la mañana se consideran presentes durante todo el día, incluso cuando cortan clase.
Estudiantes salen de la escuela secundaria Thomas Alva Edison al final del día de clases. Los estudiantes que pasan sus tarjetas de identificación por la mañana se consideran presentes durante todo el día, incluso cuando cortan clase.Read moreTOM GRALISH / Staff Photographer

Cada mañana, cuando los estudiantes de la escuela secundaria Thomas Alva Edison llegan al recinto en el norte de Filadelfia, pasan por un detector de metales y luego deslizan sus tarjetas de identificación (emitidas por la propia escuela) en un lector electrónico, para indicar que están presentes durante ese día de clases.

Esa es una de las forma con que las escuelas intermedias y secundarias de Filadelfia realizan un seguimiento de la asistencia de los estudiantes. El distrito educativo suma los registros electrónicos de los lectores y los usa para determinar el registro oficial de asistencia de la escuela. Los funcionarios federales usan estos datos para calcular los fondos dedicados al sistema escolar.

Pero, el distrito tiene otra forma para rastrear la asistencia de los estudiantes, que resulta ser más precisa. Los docente pasan lista en cada período o clase. Estos registros revelan cuán poco asisten los estudiantes a las clases en la secundaria Edison. En cambio, se pasan el rato con amigos caminando por los pasillos, en escaleras aisladas o abandonan la escuela.

El Inquirer examinó una muestra representativa de registros de asistencia de la escuela secundaria Edison y encontró grandes disparidades entre los dos sistemas. Los registros de las tarjetas de identificación de 22 estudiantes, computadas entre octubre y abril del pasado año escolar, muestran que su asistencia fue 75% del tiempo de duración del año escolar. Sin embargo, cuando se toman en cuenta los registros de la asistencia en clase, la tasa cae más de la mitad, a 36%, según muestran los documentos obtenidos por el periódico.

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Los funcionarios del distrito han utilizado los datos más prometedores (los que están basados en los lectores electrónicos de las tarjetas) como evidencia de su éxito en aumentar la asistencia, incluso en escuelas de bajo rendimiento como Edison. Mientras tanto, los registros diarios creados por los maestros son un secreto para el público.

Diez maestros de Edison fueron entrevistados por El Inquirer durante el verano. Dijeron que se sienten desanimados por el persistente problema de asistencia que existe en la escuela; una situación de entero conocimiento dentro del profesorado del distrito. Algunos de ellos dijeron que las quejas sobre los estudiantes que cortaban clases, que algunos docentes presentaron el año pasado durante una reunión de personal, fueron rechazadas por la directora Awilda Ortiz, quien les dijo que la prioridad debería ser que los estudiantes ingresen al edificio.

Ortiz rechazó ser entrevistada para esta investigación.

Los educadores de la escuela secundaria John Bartram en el suroeste de Filadelfia dijeron que el mismo problema existe en su escuela.

“A los administradores (de la escuela) no les importa. Y el distrito no está interesado en tomar medidas fuertes contra el programa”, dijo el maestro Jules Tonkinson sobre la gran cantidad de estudiantes que ingresan al campus y terminan cortando clases todos los días en Bartram. Impartió clases allí durante más de dos décadas antes de transferirse a la escuela secundaria William L. Sayre a principios de este año escolar.

» Maestros, personal administrativo y estudiantes: ¿su escuela tiene casos de estudiantes que caminan por los pasillos? Háganos saber en jcalefati@inquirer.com

Para obtener una imagen completa sobre los casos de pasilleo en todo el distrito, El Inquirer presentó una solicitud de Derecho a la Información para analizar de manera comprensiva los datos de asistencia en las aulas de clase para todas las escuelas de Filadelfia. El distrito lo rechazó, pero el periódico apeló, y la Oficina de Registros Abiertos de Pensilvania dictaminó recientemente que el distrito debe producir los datos, sin los nombres de los estudiantes, a principios del próximo mes.

El superintendente William R. Hite Jr. recientemente celebró el éxito del distrito en mejorar la asistencia escolar, calificándolo como el resultado de “un esfuerzo estratégico de todas las escuelas y todos los miembros del personal para asegurarse de que los niños estén en la escuela todos los días”.

Robin Lowry, maestra de Edison, comparó el alarde de Hite Jr. con la fábula “La ropa nueva del emperador”. Es un cuento corto escrito por el danés Hans Christian Andersen sobre dos tejedores que le prometen un traje nuevo al emperador, que dicen que es invisible para aquellos que no son aptos para sus posiciones, estúpidos o incompetentes. En realidad, no hacen ropa, mas hacen creer a todos que la ropa es invisible para ellos.

“Las tasas de graduación han aumentado. La asistencia ha aumentado”, dijo Lowry, quien ha enseñado educación física en el distrito durante 25 años. “Pero hemos bajado los estándares”.

Los registros de asistencia revisados por El Inquirer muestran que hubo un estudiante de 12do grado que estuvo presente más del 90% del año escolar, a pesar de solo haber ido al 50% del tiempo en clases. Otro estudiante de 9no grado, que asistió a casi 100 días del año escolar, solo completó 12 días de clase en todo el año.

La contradicción entre la tasa de asistencia oficial de Edison y la presencia real de los estudiantes en el aula podría poner en peligro su porción de los $213 millones de dólares que Filadelfia recibe anualmente del gobierno federal para el sistema de educación pública. El financiamiento se basa, en parte, en la asistencia de los estudiantes, que el gobierno espera que refleje el tiempo dedicado al aprendizaje, según dijo un miembro del personal del Departamento de Educación de Estados Unidos.

Los funcionarios del distrito rechazaron ser entrevistados sobre los hallazgos hechos por El Inquirer, que se les fueron entregados el pasado 13 de septiembre.

En un correo electrónico, la portavoz Megan Lello reconoció que el distrito utiliza dos sistemas para rastrear la asistencia y dijo que la información que recopilan está “combinada al final del día”. Ella no explicó qué significa eso o cómo funciona el proceso. Sin proporcionar detalles, Lello dijo que los datos de asistencia que el distrito comparte con el público se auditan y se adhieren a los requisitos estatales.

Absentismo que atrae servicios

La escuela secundaria Edison está ubicada entre un cementerio y un refugio de animales en la calle Luzerne, al este de Hunting Park, en un vecindario del norte de Filadelfia donde predominan familias puertorriqueñas, dominicanas y afroamericanas. En sus calles, resaltan hogares con balcones forrados por rejas decorativas.

La escuela, que era completamente masculina hasta fines de la década de 1970, perdió a 64 de sus alumnos graduados, quienes fueron asesinados en la Guerra de Vietnam, siendo la escuela secundaria que vio la mayor pérdida en todo el país. Hoy, sus 1,057 estudiantes son considerados económicamente desfavorecidos. Un tercio requiere servicios de educación especial y un tercio está aprendiendo inglés como segundo idioma. Algunos estudiantes viven en hogares de refugio ubicados a más de una hora de distancia en autobús.

En teoría, las escuelas secundarias de vecindarios, como Edison, pueden ser plataformas para mejorar la vida de sus estudiantes. Pero, cuando los adolescentes cortan rutinariamente las clases sin la intervención del distrito, a menudo terminan aprobando el grado e incluso graduándose sin las habilidades necesarias para tener éxito.

Los distritos que no logran mejorar los datos de asistencia a nivel de aulas tienden a perder la oportunidad de utilizar esta información para identificar otros problemas, que los estudiantes pudieran reusarse a comunicar, como la falta de apoyo familiar, dijo Michael Gottfried, profesor de política educativa en la Universidad de California en Santa Bárbara.

“Ir a la escuela es importante, es un campo de entrenamiento para toda la vida”, dijo Gottfried. “Tienes que ir a la escuela todos los días al igual que tienes que ir a trabajar todos los días”.

Ruth De León, estudiante de Edison, dijo que regularmente interrumpía sus clases de la tarde durante el año pasado cuando cursaba el 11er grado, porque se sentía abrumada por sus responsabilidades en el hogar. Todas las mañanas, vestía a sus primos y los llevaba a la escuela. Todas las noches, les cocinaba y los preparaba para ir la cama. Quedaba poco tiempo para más nada.

La joven de 17 años, que se mudó a Filadelfia hace una década desde la capital de la República Dominicana, dijo que se sentía tan privada de sueño y ansiosa durante el pasado año escolar que algunos compañeros de clase se preguntaron si estaba consumiendo drogas. Dijo que vivía con una hermana mayor en ese momento, y estar lejos de su madre intensificó su estrés.

Lello, la portavoz del distrito, destacó en un comunicado el éxito que la ciudad obtuvo con la reducción del absentismo escolar tras la integración de las escuelas con entrenadores de asistencia y trabajadores sociales. Señaló que el distrito está trabajando con la administración del alcalde Jim Kenney para conseguir la retroalimentación de las escuelas sobre cómo reducir aún más el absentismo en cada plantel.

De León no se benefició de ninguno de esos servicios de apoyo porque, al pasar su tarjeta de identificación por los lectores al llegar a la escuela, evitó ser señalada ante el distrito educativo como estudiante ausente, lo que puede resultar en sanciones para los padres. Pero, al no ser registrada como ausente, también evitó que calificara para el tipo de servicios que Lello describió, que supuestamente están diseñados para ayudar a que los estudiantes a afrontar el problema.

De León dijo que sus maestros nunca la confrontaron sobre por qué desaparecía todos los días.

“Tal vez me hubiera sentido mejor si alguien me hubiera hablado o le hubiera importado”, dijo De León.

“La lista no incluye los cortes en las clases”

El manual del empleado en la escuela secundaria Edison describe las estrictas políticas de asistencia que todos los maestros deben seguir: tome asistencia al comienzo de cada período. Los estudiantes no pueden salir de clase durante los primeros y últimos 10 minutos de cada sesión. El uso del baño está restringido durante las clases. Y aquellos estudiantes que van a salir del edificio deben llevar pases de pasillo de colores brillantes.

Maestros y estudiantes de Edison dicen que esas reglas rara vez se aplican.

La primavera pasada, los maestros recibieron un correo electrónico que dejó claro que los números de los lectores electrónicos son los que realmente cuentan. Adjunto al comunicado estuvo un documento que muestra las tasas de asistencia para cada estudiante de Edison entre octubre de 2018 y abril de 2019.

Un estudiante que ingrese todos los días “tendrá un 100% de asistencia”, señaló el correo electrónico. “Esta lista no incluye los cortes de clase”, agregó el comunicado.

La ley estatal requiere que todos los estudiantes de Pensilvania participen cada año escolar en una cierta cantidad de sesiones instructivas, definida en términos generales como cualquier cosa, desde el tiempo que pasan en clase hasta una cita con un consejero vocacional o un simulacro de incendio.

Rick Levis, portavoz del Departamento de Educación de Pensilvania, dijo que si el estado se entera de que un sistema escolar ignora descaradamente su responsabilidad de hacer cumplir los requisitos de asistencia obligatoria, podría pedirle a la Oficina del Auditor General o a una empresa privada que revisen el asunto.

No quiso decir si el departamento tomará medidas en respuesta a la investigación hecha por El Inquirer.

Los maestros de Edison dicen que las débiles políticas de asistencia de la escuela también afectan las calificaciones.

Los estudiantes que están presentes en la escuela y que rara vez asisten a clases pueden solicitar trabajos de recuperación. Se da el caso que un estudiante con 50% de calificación, el puntaje más bajo permitido por el distrito, podría elevarlo al 60%, el mínimo requerido para aprobar, si completa media docena de tareas o asignaciones para el último día del período de recuperación.

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La puntuación del rendimiento académico de Edison, que se basa en los resultados de las pruebas estandarizadas del estado, se ha estancado en 0% durante los últimos tres años escolares, lo que significa que la escuela secundaria no ha cumplido repetidamente con el estándar mínimo de rendimiento del distrito. Su puntuación climática, que tiene en cuenta la asistencia registrada en los lectores, las suspensiones de estudiantes y profesores, adicional a otros factores, no fue mucho mejor: 7%, 12% y 9% en los últimos tres años.

Agnel Ingalls, uno de los alumnos graduados de Edison, dijo que su tiempo allí casi descarriló sus planes para la universidad. Se transfirió a Edison después de dos años en la escuela secundaria Neshaminy y dijo que estaba sorprendido por los bajos estándares y la amplia aceptación del pasilleo y los cortes de clases.

Durante su paso por el 11er grado, Ingalls dijo que su profesor de inglés estuvo enfermo durante tres meses y que la asistencia a clase se desplomó.

“No teníamos un sustituto regular. Era gente diferente cada día. Sin embargo, siempre que entregué las hojas del trabajo, obtuve una A“, dijo Ingalls, ahora de 24 años de edad. ”Como estudiante, ¿por qué querrías venir a la escuela cuando parece que los adultos renunciaron a ti?”.

Invasión de los pasilleros

El año pasado en Edison, la maestra Lowry dijo que a menudo se le pedía que ayudara a “limpiar” los pasillos.

“Los niños simplemente no van. No van a clase”, dijo Lowry. Ella estimó que docenas de estudiantes vagaban por el tercer piso cada día.

Maestros de Edison dicen que el problema de pasilleo se ha vuelto tan grave en la escuela, porque no se han abordado sus causas fundamentales. La rotación de maestros es crónica, y las vacantes quedan sin cubrir durante meses, mientras que el personal contratado para patrullar los pasillos queda corto. Mientras tanto, algunos maestros dicen que la directora los culpa por no forjar relaciones más estrechas con sus alumnos.

“Nuestros estudiantes tienen muchas necesidades insatisfechas”, agregó.

Las clases de Lowry son muy concurridas porque el gimnasio es popular, dijo la maestra, pero los estudiantes están mucho menos dispuestos a presentarse a las clases de química y álgebra, cuando son instruídas día tras día por sustitutos o maestros sin experiencia, que son nuevos en la escuela.

Un análisis hecho por El Inquirer muestra que la tasa de rotación de maestros en Edison se encuentra entre las más altas del distrito.

Expertos dicen que un personal docente estable es crucial para el éxito académico de una escuela y una rotación del 25% en un año escolar es motivo de alarma. Edison ha excedido ese umbral tres veces en los últimos seis años. Más de un tercio de los maestros del año pasado no regresaron a impartir clases el año entrante.

La escuela también lidera en vacantes de maestros en todo el distrito. Hace dos años escolares, por ejemplo, los estudiantes de Edison regresaron de las vacaciones de invierno a una escuela secundaria que le faltaba un maestro de ciencias, dos maestros de inglés y tres educadores especiales. Según muestran los registros del distrito, Edison no llenó esos espacios hasta después de las vacaciones de verano.

Como resultado, Edison debe apoyarse en gran medida en los maestros sustitutos.

El pasado año escolar, Edison contrató cinco veces más sustitutos que Academy at Palumbo, una escuela de alto rendimiento en Queen Village con una matrícula comparable y una mejor asistencia, y casi el doble que la escuela Fels, otra escuela secundaria del vecindario. En promedio, nueve sustitutos trabajaron en Edison todos los días durante el pasado año escolar, según muestran los registros del distrito.

Sydney Coffin, maestro de inglés de larga data en la escuela, dijo que los problemas de personal de Edison estresan indebidamente a los maestros que se quedan, y también provocan una escasez de adultos afectuosos, lo que considera ser el mejor antídoto para contrarestar a los estudiantes que caminan por los pasillos de la escuela.

“Tenemos tantos maestros que llaman enfermos o renuncian a mitad de año”, dijo Coffin. “Los estudiantes no tienen líder, y esos estudiantes comienzan a pensar: ‘¿por qué demonios iría a clase? Ese sustituto no me conocerá y no tendrá control. Estoy mejor en el pasillo’".

Maestros dicen que los estudiantes que cortan clases a menudo se reúnen en las escaleras o en el auditorio de Edison, que se encuentra frente a la oficina principal. A la hora del almuerzo, el olor a marihuana se filtra de los baños de la escuela hacia los pasillos.

A veces, el caos se pasa de los pasillos a las aulas de clase.

La profesora de inglés Danika Nieves dijo que la puerta de su salón de clases tenía la cerradura rota, que permitía a los pasilleros entrar a su salón e interrumpir sus sesiones. Varias veces a la semana, venían a saludar a amigos o para convencer a los estudiantes de Nieves de que también salieran de la clase. Las interrupciones obstaculizaron que la joven maestra encontrara su ritmo el año pasado, siendo una de los 16 profesores en Edison que eran nuevos en el distrito.

“Quería quedarme a largo plazo, y ahora soy parte de la rotación de maestros”, dijo Nieves, quien se fue a la escuela secundaria Kensington Creative and Performing Arts. “Me siento culpable”.

Persistieron

A pocas semanas del nuevo año escolar, el problema de caminar por los pasillos persiste en Edison.

Algunos estudiantes están cortando clase porque el aire acondicionado de la escuela está descompuesto y las aulas son sofocantes durante los días calurosos, dijo la estudiante de 12do grado Kayla Hawkins. Su madre llamó al distrito para quejarse, pero no ha recibido una respuesta, agregó.

“Nadie quiere sentarse en clase cuando hace tanto calor”, dijo Hawkins, mientras esperaba en una concurrida intersección del norte de Filadelfia para tomar el autobús 57 hacia casa.

De León, ahora cursando su último año, dijo que planea asistir a clases regularmente, porque quiere graduarse. Ahora vive con su madre y no tiene que pasar tanto tiempo fuera de la escuela cuidando a sus primos.

Sentada en una mesa de esquina en el McDonald’s ubicado en las avenidas Lehigh y American, esperando a que su madre terminara de trabajar, De León describió cómo rezó durante el verano para pedir por un alivio que la ayudara a mejorar su rendimiento como estudiante, una que no corte clases ni camine por los pasillos.

“Le pedí a Dios que me ayudara, porque ya no quería estar en esa situación”.

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