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Cubanos de Philly hablan sobre el estrés vivido y la esperanza que traen las protestas en la isla

La comunidad cubana de Filadelfia es pequeña pero, después de las protestas del 11 de julio, une su voz a los manifestantes que instan a funcionarios electos a ayudar a su patria.

Cubanos se manifiestan en las escalinatas del Museo de Arte de Filadelfia, el 18 de julio de 2021. Más de 200 personas se reunieron en una demostración de apoyo a las protestas realizadas en Cuba contra el régimen cubano.
Cubanos se manifiestan en las escalinatas del Museo de Arte de Filadelfia, el 18 de julio de 2021. Más de 200 personas se reunieron en una demostración de apoyo a las protestas realizadas en Cuba contra el régimen cubano.Read moreImage courtesy of Alexis V. Capestany.

El mundo estuvo observando a Cuba durante días después del 11 de julio, cuando una protesta en San Antonio de los Baños, en las afueras de La Habana, inició una serie de manifestaciones en toda la isla. Las protestas, que se extendieron como la pólvora en las redes sociales, desafiaban al régimen comunista que ha gobernado el país durante las últimas seis décadas.

Los manifestantes criticaban al gobierno por el estado de la economía, la falta de derechos civiles y la lenta respuesta del país a la pandemia en 2021. Hay más de 3,500 cubanos en la ciudad de Filadelfia.

“La gente en Cuba no gritaron ‘Quiero mi vacuna COVID’ o ‘Tengo hambre’, que sí”, dijo Marlene Looney, una cubana de Lancaster. “Pero, ellos gritaron, ‘Libertad’”.

Gritos de “Cuba Libre” y “SOS Cuba” inundaron las calles de la isla. También llenaron las calles de muchas ciudades estadounidenses donde vive la diáspora cubana, y la Ciudad del Amor Fraternal no fue la excepción.

Junto a estos cánticos estaba “Patria y Vida”, una canción creada por afrocubanos inspirada en el Movimiento San Isidro, un grupo de artistas e intelectuales de La Habana que se oponen al Decreto 349, que limita la libertad de expresión artística y permite que el gobierno pueda multar, incautar materiales de trabajo y encarcelar a los artistas por el contenido de sus obras. La canción se ha convertido ahora en el himno de las revueltas.

Estados Unidos tiene la mayor cantidad de inmigrantes cubanos en el mundo. Según los datos del censo de 2019, 2,4 millones que residen en el país. Sin embargo, la población cubana de Filadelfia es una minoría entre los grupos latinos de la ciudad.

Manifestantes locales dicen que, después de las protestas, la comunidad se han unido más y han descubierto cuántos más estaban viviendo en la región de Philly. Un grupo de Facebook llamado “Cubanos en Philadelphia”, que tenía alrededor de 50 miembros antes del 11 de julio, ahora tiene más de 230.

Los miembros del grupo de Facebook organizaron tres protestas en Filadelfia: el domingo 11 de julio frente al Ayuntamiento; el 14 de julio con una marcha desde el Museo de Arte al Ayuntamiento, y el 18 de julio en el Museo de Arte.

El domingo 8 de agosto organizaron una misa con el arzobispo Nelson Pérez, hijo de exiliados cubanos, para rezar por la libertad del país. Ahora, los líderes del grupo de Facebook están pidiendo a sus miembros ponerse en contacto con funcionarios electos y sus representantes, para buscar ayuda del gobierno estadounidense en Washington, D.C.

Estrategias

Esta es la primera vez que cubanos de toda la isla salen a las calles en 62 años para protestar contra el gobierno. Los afrocubanos han estado protestando desde 2018, oponiéndose al Decreto 349. El movimiento Damas de Blanco, creado por esposas y familiares de cubanos desaparecidos o encarcelados por el gobierno, está integrado en su mayoría por afrocubanos.

Un mes después de las protestas de julio, el Ministerio de Comunicaciones cubano impuso nuevas regulaciones: quienes usen las redes sociales para oponerse al gobierno o “subvertir el orden constitucional” corren el riesgo de ser acusados de “ciberterroristas”, según una resolución anunciada el 17 de agosto.

Ese mismo día, el gobierno cubano también emitió el decreto 35 que ordena que los cubanos no pueden usar internet u otro servicio de telecomunicaciones para “socavar” la seguridad y el orden interno del país, o transmitir noticias falsas, información ofensiva o contenidos que afecten “colectivos, la seguridad, el bienestar general, la moral pública y el respeto por el orden público“. Los proveedores de Internet deben monitorear el contenido e incluso cerrar los servicios de un usuario, si es necesario.

Amalia Daché, de 44 años, una catedrática afrocubanoamericana y profesora asociada de la Universidad de Pensilvania, dijo que se sorprendió al ver cómo los medios estadounidenses y los usuarios de Twitter estaban borrando a los afrocubanos de la narrativa y culpando al gobierno de los Estados Unidos y a la CIA de las demostraciones. Siendo una investigadora etnográfica sobre las complejidades y el papel que juega la raza en la cultura cubana en la isla y para los inmigrantes cubanos en los Estados Unidos, Daché vio esto como una “bofetada en la cara” y decidió usar su plataforma en la universidad para ayudar a amplificar las voces cubanas a través del activismo.

Daché y la mayoría de los entrevistados para este artículo criticaron a personas que han culpado al embargo estadounidense y no al gobierno cubano por la crisis en Cuba.

“La razón por la que no podemos culpar al embargo por los alimentos y las medicinas es porque el embargo no limita los alimentos ni las medicinas”, dijo Daché. “El gobierno cubano es el que pone límites a los alimentos y las medicinas. Cuando viajamos a Cuba, estamos limitados en cuanto a la cantidad de medicina: solo podemos llevar 10 libras de medicina y 30 libras de mercancías. El resto será fuertemente multado“.

Daché dijo que las nuevas restricciones son “una estrategia del gobierno para disentir en las redes sociales ilegales, que ha sido el arma principal a disposición de los cubanos para combatir las mentiras, falsificaciones y desinformación que el régimen que le dice al pueblo cubano y al mundo”.

“Cualquier medio que contenga, por ejemplo, videos o fotos de hospitales cubanos y el colapso del sistema de salud ahora es punible bajo este decreto”, dijo Daché, quien ha estado trabajando con legisladores en el congreso estadounidense para apoyar los esfuerzos continuos del presidente Joe Biden, para brindar a los cubanos acceso a internet sin censuras.

Daché nació en Cuba, pero emigró a los Estados Unidos cuando tenía tres años como refugiada del Mariel Boatlift. Dijo que su padre le dio, a ella y a junto su hermano, medicamentos para dormir en caso de que se ahogaran en el océano, lo que ocurrió en otros barcos. Ha estado estudiando cómo varía la “experiencia cubana” en ambos países según su raza, dónde viven y cómo pudieron migrar.

No conocía el grupo de Facebook “Cubanos en Filadelfia” hasta después de las protestas recientes en Cuba. Daché y su esposo, un cubano que emigró a los Estados Unidos hace tres años, se convirtieron en miembros activos y buscan mantener la lucha cubana en el pensamiento público en Filadelfia. Ella ayudó a organizar las tres protestas de Filadelfia.

La manifestación del 18 de julio en las escalinatas del Museo de Arte de Filadelfia reunió a más de 200 personas, una de las protestas locales más grandes de cubanos a favor de una democracia en su país de origen.

“Fue tan hermoso ver a personas de todas las razas, edades y lugares alrededor de Filadelfia”, dijo Daché, quien está trabajando en dar a conocer aún más la situación de los cubanos en la isla.

Ansiedad, esperanza y cacerolazos

Jorge Cárdenas, de 35 años, tuvo problemas para dormir y comer durante las primeras semanas de protestas. Dijo que estuvo pensando en lo que estaba sucediendo en Cuba todo el día. Descubrió a través del grupo de Facebook y otras redes sociales, que otros estaban teniendo la misma ansiedad.

“Estaba feliz, y al mismo tiempo, desesperado”, dijo.

Cárdenas también vivió falta de sueño cuando llegó por primera vez a Tampa, Florida, en 2009. Tenía 24 años y sentía que se había “ganado la lotería”. La nostalgia de no poder regresar a su patria lo mantuvo despierto por la noche durante varias semanas, hasta que tuvo la pesadilla de ser deportado de los Estados Unidos y enviado de regreso a Cuba; en ese momento, dejó de perder el sueño, por miedo.

Él, junto con su madre y su hermano, emigraron por la falta de oportunidades y libertades básicas en Cuba, dijo Cárdenas, quien se mudó a Filadelfia un año después de llegar a los Estados Unidos.

Dijo hacer conocido a más cubanos en Filadelfia tras asistir a las protestas locales. Incluso dijo que se perdió el séptimo cumpleaños de su hija para viajar a otra manifestación planificada en Washington, D.C.

Luego de estas manifestaciones, y protestando por primera vez en su vida, Cárdenas dijo estar lleno de esperanza sobre el futuro de su país.

Marlene Looney, de 62 años, nació en La Habana ocho meses después de que comenzara la revolución. Salió de Cuba en 1966. Dijo que el acceso a internet en la isla es lo que ha permitido a los cubanos puedan difundir las protestas de manera tan amplia.

Cuando Barack Obama fue elegido presidente y visitó Cuba, Looney decidió visitar su patria, algo que sus padres nunca pudieron lograr.

“Cuando fui allí por primera vez y me volví a conectar con mi familia, fue como si la isla me dijera ‘te fuiste una vez, pero no esta vez. Nunca más te irás, siempre regresarás‘”, dijo Looney, quien ha visitado allí todos los años desde 2009 excepto este año, debido a la pandemia.

Looney, una paciente de cáncer de ovario en etapa 4, no podía arriesgarse a ir a una manifestación masiva con la variante delta extendiéndose, por lo que realizó sus propias protestas en Lancaster.

Con una docena de sus amigos, organizó una caravana que viajó por Lancaster el sábado 17 de julio, golpeando cacerolas y sartenes y pidiendo que se escuche al pueblo cubano. Al día siguiente, un grupo de al menos 75 personas protestó en el Penn Square de Lancaster.

“Siento un gran respeto por todas las personas que salieron el 11 de julio y me siento honrada por su valentía”, dijo Looney, con la voz quebrada mientras luchaba por contener las lágrimas. “No veo el vaso medio lleno, mi vaso se desborda. Veo esto como una esperanza, y desearía poder estar viva para ver que suceda el diálogo entre la ciudadanía y el gobierno de Cuba“.

Mariela Morales, de 31 años, tenía pocas esperanzas para Cuba justo después de las protestas del 11 de julio, porque había presenciado un año continuo de violaciones de derechos humanos y derechos individuales. Dijo que nada parecía resolverse y la economía estaba en crisis.

“No me lo podía creer”, dijo Morales, candidata a doctorado en la Universidad de Pensilvania e investigadora de comunicaciones, quien llegó a Estados Unidos desde Cuba en 2009 con su familia.

Su familia salió de Cuba cuando su hermana estaba en su último año de la facultad de derecho, porque el gobierno acababa de hacer un cambio en el servicio social para los cubanos, requiriendo que los estudiantes de derecho con un índice de rendimiento alto asumieran un rol de fiscal en el gobierno.

Morales hizo su tesis de licenciatura en UPenn sobre cómo algunos de sus compañeros de estudios de periodismo en Cuba habían creado revistas y blogs periodísticos independientes, como El Estornudo y Periodismo de Barrio, posterior a su graduación.

Morales sintió una “catarsis” al participar en las manifestaciones organizadas en la ciudad de Nueva York con unos amigos que no había visto en años. Dijo estar feliz de encontrarse en comunidad con los cubanos de West Nueva York.

“No tengo mucha esperanza en el futuro inmediato ni en el gobierno, pero tengo mucha esperanza para el pueblo cubano porque ahora sabemos que aspira a ser libre”, dijo Morales.

“Tengo fe en lo que no puedo imaginar, porque no podría haber imaginado lo que pasó el 11 de julio”.