Skip to content
Link copied to clipboard

La paradoja de los latinos sin techo: porqué el grupo minoritario más pobre de Filadelfia no usa los albergues

They are Philly’s poorest minority group, but step inside a city homeless shelter and there are few Latinos. Why?

Edgardo Aponte comparte una habitación en Kesnsington con otras personas sin techo, pero la mayoría de las noches duerme en la calle. Es uno de los muchos latinos que evita usar los albergues para personas sin techo, y a quienes la ciudad está tratando de llegar.
Edgardo Aponte comparte una habitación en Kesnsington con otras personas sin techo, pero la mayoría de las noches duerme en la calle. Es uno de los muchos latinos que evita usar los albergues para personas sin techo, y a quienes la ciudad está tratando de llegar.Read moreEmma Restrepo / For The Inquirer

La mayoría de la noches Edgardo Aponte duerme en el estacionamiento de un supermercado de Kensington. Cuando le llega el dinero, comparte una habitación con otros cinco en una casa del área. Edgardo ha sido mendigo por varios años y como la mayoría de las personas que pasan la noche en ese supermercado, no tiene un techo dónde pasar la noche. Edgardo es latino oriundo de Puerto Rico.

Linda Morales Bryant, su esposo y sus tres hijos se han mudado de casa tres veces durante el último año. De la casa de su madre se fue a la casa de una amiga y luego a la casa de la amiga de una amiga. Durante el otoño pasado, cuando las cosas se pusieron realmente difíciles, consideraron seriamente armar una tienda de campaña en algún lugar para evitar una separación bajo el sistema de albergues de la ciudad.

Edgardo y Linda son la cara de los latinos sin techo en la ciudad: un grupo al que no se le atiende, que no se contabiliza; un grupo que, de acuerdo con quienes alzan la voz por ellos, no accede a los servicios de la ciudad creados para satisfacer sus necesides.

De acuerdo con los datos del Censo, los latinos son casi el 15 por ciento de la ciudad y además, son el grupo minoritario más pobre: ​​el 39 por ciento vive en la pobreza. Sin embargo, son pocos los latinos que se ven en los albergues. Esta paradoja esta presente no sólo en Filadelfia, también a nivel nacional.

Se le conoce como La Paradoja de los Latinos sin Techo. Lo cierto es que los latinos duermen en casas de amigos o familiares, o incluso, duermen en la calle antes que hacer uso de los albergues.

Los defensores dicen que muchos latinos no van a albergues debido a las barreras del idioma y porque las camas disponibles no están cerca de los vecindarios que ellos frecuentan. Culturalmente hay una tendencia a aglutinarse más de una familia en una sóla casa, antes de permitir que sus miembros vayan a los albergues.

La Paradoja de los Latinos sin Techo

La tasa de pobreza en la comunidad Latina

de Filadelfia es del

38%

el grupo étnico con la taza más alta de pobreza ...

... y los latinos son el

15%

de la población total

de la ciudad ...

... pero en 2018 sólo el

12%

de los que recibieron

servicios de la Oficina de Servicios para Personas sin Techo eran latinos...

... y sólo el

9%

de las personas en albergues en Filadelfia

eran latinos ...

... y sólo el

7%

de los comprobantes (vouchers) de la Autoridad de Vivienda de Filadelfia fue para familias latinas.

La Paradoja de los

Latinos sin Techo

La tasa de pobreza en la comunidad Latina

de Filadelfia es del

38%

el grupo étnico con la taza más alta

de pobreza ...

... y los latinos son el

15%

de la población total de la ciudad ...

... pero en 2018 sólo el

12%

de los que recibieron servicios de la

Oficina de Servicios para Personas sin Techo eran latinos...

... y sólo el

9%

e las personas en albergues en Filadelfia

eran latinos ...

... y sólo el

7%

de los comprobantes (vouchers) de la Autoridad de Vivienda de Filadelfia fue para familias latinas.

FUENTES: Oficina de Servicios para Personas sin Techo; Autoridad de la Vivienda de Filadelfia; U.S. Census Bureau
JOHN DUCHNESKIE / Staff Artist

“No quiero poner a competir a una comunidad pobre contra otra, o una historia triste contra otra”, dijo Will González director de Ceiba una coalición de organizaciones de base latina, “el hecho es que la comunidad que tiene el índice más alto de pobreza en la ciudad, es proporcionalmente hablando, la más discriminada”.

¿Un grupo que no cuenta?

La encuesta de enero de 2018 sobre personas sin techo en la ciudad, arrojó que hay 4,705 personas viviendo en refugios de los cuales sólo 411 son latinos. (Entendemos por Latino las personas que son de Latino América; el término Hispano hace referencia a las personas que hablan español).

La hermana Mary Scullion del Proyecto HOME (Project HOME en inglés) dijo que la población latina “definitivamente está subrepresentada” en los refugios reconocidos aunque algunos le llegan a la población latina. “¿Hay suficientes? No. ¿Llegan los latinos a los refugios más grandes donde la mayoría de las personas accede a servicios? No".

De las 980 personas que vivían el año pasado en las calles de Filadelfia, 103 eran latinos. En general, a pesar de la alta tasa de pobreza en Filadelfia hay menos personas durmiendo en las calles en comparación con otras grandes ciudades.

"La forma más simplista de decirlo es que los hispanos no van a los albergues", dijo González. "En nuestra cultura, y me refiero específicamente a la cultura puertorriqueña, exite esta idea de hijos de crianza. No dejamos que nuestra gente duerma en la calle. Tú te quedas en mi sótano o te quedas en mi sofá. Puede que me moleste contigo luego de seis semanas, en ese momento irás a otro sofá o, a otro sótano".

Ahora bien, el 58 por ciento de los latinos que viven en Filadelafia son puertorriqueños y en general, dicen sus defensores, es un porcentaje de habla hispana que recibe servicios de vivienda, incluidos los cientos de afectados luego del huracán María. Los latinos que no son de Puerto Rico son aun menos frecuentes en las listas de la asistencia pública, en algunos casos por falta de documentos. Dinorah Díaz, Gerente de Programas de Servicio de Apoyo de la Asociación de Puertorriqueños en Marcha (APM), dijo que en 20 años que lleva trabajando en servicios para personas sin techo en el norte de Filadelfia, sólo dos latinos que no eran puertorriqueños buscaron ayuda. Proporcionalmente los latinos en Filadelfia están perdiendo la ayuda de la ciudad: de las 16,549 personas atendidas el año pasado por la Oficina de Servicios para Personas sin Techo, sólo 1,362 eran latinos.

La disparidad se hace también evidente en la vivienda pública. El programa de comprobantes (voucher en inglés) para vivienda de la Autoridad de Vivienda de Filadelfia (Philadelphia Housing Authority, PHA, por sus siglas en inglés) anteriormente conocido como Sección 8, atiende sólo un siete por ciento de las familias latinas.

“Históricamente, la comunidad latina no ha solicitado vivienda de PHA en una tasa equivalente al porcentaje que representa en la ciudad”, dijo el portavoz Kirk Dorn. “Esto sucede a pesar de los esfuerzos de mercadeo de PHA dirigidos a la comunidad de habla hispana”. Desde 2014 PHA ha lanzado cuatro proyectos de viviena en comunidades latinas.

La ciudad dice que continúa buscando lugar para un albergue en un área mayoritariamente latina y se ha comprometido a ampliar los esfuerzos de divulgación, pero con las limitantes en los números de camas los recursos deben distribuirse a través de un proceso de admisión centralizado que prioriza a las personas con más necesidades.

“Es la parte más triste y dolorosa de administrar un sistema donde no se puede ayudar a todos”, dijo Liz Hersh, directora de Servicios para Personas sin Techo (Homeless Services). “Pero en realidad es un asunto de vida o muerte. (Ayudamos) a las personas que están gravemente enfermas, que son mucho más vulnerables. Eso es realmente lo que estamos buscando. Es horrible tener que tomar estas decisiones ".

Barreras para el Acceso a Albergues

Para ingresar al sistema de vivienda para personas sin techo de la ciudad de Filadelfia, hay que pasar por una entrevista en uno de los seis centros de admisión. La mayoría se encuentran ubicados en el centro de la ciudad y no hay ninguno ubicado en los barrios predominantemente latinos del norte de Filadelfia. Llegar al centro puede ser ya de hecho un impedimento.

Aponte, quien vive en las calles de Kensington y tiene problemas de salud mental, dijo que por lo general evita ir a albergues porque las pocas veces que ha ido, paga el transporte para descubrir que estan llenos.

La percepción entre algunos latinos es que los refugios de la ciudad no son para ellos. “Ellos ven que yo no hablo inglés, no me aceptan”, dijo Ángel a quien usualmete se le ve pidiendo dinero en la esquina de la calle 2 y Allegheny. Angel quien es puertoriqueno no quiso dar su apellido.

Carlos Goytia ha vivido sin techo desde 2009. Él ha vivido en iglesias, en casas de amigos y en algunos albergues. Goytia oriundo de Puerto Rico llegó a Pensilvania a los 23 años para acceder a un programa contra la addicción. Ahora con 40 años y sobrio, dijo que las habitaciones que una vez compartió con otros adictos y traficantes de drogas no son una opción si quiere mantenerse limpio.

Está siendo atendido por APM para encontrar vivienda permanente y justamente un consejero de esta organización lo alentó a ir a uno de los refugios de la ciudad para ingresar al sistema. Por lo general, una persona no puede ingresar en lista de espera para acceder a vivienda a menos que haya estado en un albergue durante al menos una semana, dijo Díaz.

“Usted va allí y nadie habla español”, dijo. “Usted está aislado, solo. Si usted se queja del trato injusto, lo aislan más.”

De los 181 empleados que la oficina de servicios para personas sin techo de la ciudad tiene, 12 hablan español, dijo Hersh. Si un hispanohablante ingresa a un refugio y nadie del personal habla el idioma, se espera que el empleado llame a un servicio de traducción telefónica. La oficina también tiene una línea directa disponible para cualquier persona que sienta que ha sido maltratada.

Catherine Robles de 28 años, se quedó en un albergue de familia durante un año y medio con sus tres niños de 4, 3 y 2 años de edad, a la espera de que llegara un comprobante (voucher) para vivienda. Dijo que era una de las únicas latinas en el lugar. “Durante ese tiempo éramos quizás tres. Creo que muchas veces la gente se rinde en el intento [para acceder a la ayuda] porque ya saben cuál va a ser el resultado.”

Dado que pocos latinos visitan los centros de acogida, a menudo se pierden los programas de ayuda en sus propias comunidades.

Hildaliz Escalante dirige el programa de Asesoría de Vivienda en Congreso de Latinos Unidos, una organizacián que recibe fondos de la ciudad para ejecutar el programa de Realojamiento Rapido (Rapid Rehousing Program) que ofrece asistencia de un año de alquiler. La ciudad le refiere personas que necesitan ayuda. Dijo que en los últimos cinco años Congreso ha atendido 427 personas a través de este programa de las cuales sólo 42 son latinos.

“Sabemos que hay personas en nuestro área que podrían usar esta ayuda”, dijo “pero simplemente no nos están llegando”.

Darle prioridad a una persona sobre otra para recibir asistencia pública basados en raza o étnia, violaría las leyes de igualdad de derechos pero Escalante dijo que cree que la ciudad puede hacer más para atraer a los latinos a los centros de admisión y, por extensión, a los programas.

Hersh dijo que la ciudad destinará más recursos a la comunidad latina y señaló que Congreso ofrece ya un servicio de prevención para personas sin techo, financiado por la ciudad. Ella dijo que este año casi duplicará los fondos que fluyen a las organizaciones latinas del 8 al 15 por ciento. En una reunión llevada a cabo esta semana con González y otros líderes de la ciudad, ambas partes acordaron realizar un estudios de seis meses para analizar las brechas en el servicio.

“Creo que la conclusión es que sí; sí creo que podemos hacerlo mejor”, dijo Hersh. “Deberíamos hacerlo mejor. Nunca queremos crear una situación en la que las personas deban quedarse sin techo para acceder a una vivienda, pero al mismo tiempo debemos responder a las necesidades de diferentes comunidades.”

Dijo que la ciudad también está buscando abrir un refugio en Kensington, un área que se ha convertido en el corazón de la crisis de opio la ciudad. (En los últimos cinco años el número de personas sin techo se ha duplicado debido en gran parte a esta crisis).While Hersh said she’s looked at two dozen sites, none have advanced.

“Hemos enfrentado una tremenda oposición política y comunitaria en la mayoría de los sitios de albergue”, dijo.

La concejal Maria Quinones-Sánchez, quien representa el Distrito 7, dijo que no apoyará un refugio si alberga a personas con adicciones porque teme que se arraigue el problema de las drogas en Kensington.

“La gente [aceptará] refugios si son para ayudar a familias y si hay un proceso, porque lo que no queremos es almacenar personas”, dijo Quinones-Sánchez. “Los residentes, tan empáticos como son porque todos tienen personas con adicción, saben que las 700 personas con adicción en Kensington no son del área. Al ubicar personas en el albergue, estamos facilitando eso”.

Hersh advirtió que más albergues no garantizan una transición a viviendas. Los servicios de prevención, para los cuales la oficina ha triplicado su presupuesto en los últimos tres años, son mucho más efectivos, dijo.

“Pienso que a veces la gente piensa que si pudieran ingresar al sistema de personas sin techo eso podría abrir ese tesoro de oportunidades a la vivienda y eso simplemente no es cierto”, dijo. Dijo que menos de una cuarta parte de las personas que ingresan a los refugios se mudan a viviendas permanentes, pero para quienes lo hacen, la tasa de éxito es del 93 por ciento.

Una estrecha definición de personas sin techo

Defensores como González, Díaz y Escalante dicen que trabajan con docenas de personas que viven rodando de un lugar para otro, incluso a veces en situaciones peligrosas así como en lugares hacinados, pero estas personas no califican para ciertos programas que la ciudad provee a través de la oficina de servicios para personas sin techo, tal como Realojamiento Rapido.

El programa, financiado por el gobierno federal, sirve sólo a personas que cumplen con una definición federal estricta de personas sin techo: quienes viven en un lugar no destinado a la habitación humana, en un refugio de emergencia, en una vivienda de transición o personas que salen de una institución.

“Dormir en una situación de hacinamiento, cinco en una cama o en un sofá, no se considera personas sin techo”, dijo Dinorah Díaz de APM.

Según esa definición, Goyita y Aponte no tienen techo, pero Linda quien es madre de tres hijos y que se muda de casa en casa, oficialmente no es considerada persona sin techo.

Quinones-Sanchez dijo que si la definición es lo que impide que la ciudad llegue a los latinos, son ellos quienes tienen que abogar ante el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos por un cambio en el servicio.

“Necesitamos una redefinición de personas sin techo y necesitamos recursos adicionales. Debemos reconocer los datos”, dijo Quiñones-Sánchez. “Los datos nos estan contando una historia".

Las organizaciones latinas también necesitan ayudar a la ciudad a encontrar soluciones, dijo. “Este ha sido un problema de años y esta es realmente la primera vez que estos grupos se han puesto de pie y han dicho algo. Así que no quiero que se culpe al sistema si realmente no hemos hecho una solicitud".

Todo iba bien con la familia de Linda hasta que se enfermó y tuvo que dejar de trabajar. Su esposo, que no terminó la escuela secundaria, es el único de la familia que genera ingresos. Él camina una milla y media a AutoZone todos los días; ella cuida a los niños y asiste a clases nocturnas para obtener un título en Trabajo Social. Mantener sus cabezas bajo un techo ha sido una lucha constante.

Vivieron con su madre hasta que las cosas se pusieron demasiado tensas en la pequeña casa. Consideraron ir a un albergue pero Linda no sabía a dónde llevaría a los niños durante el día y le preocupaba que si la ciudad veía que sus hijos no tenían un hogar estable, podrían quitárselos.

Linda finalmente le contó a una maestra de la universidad de Esperanza sobre los problemas de su familia. A través de una red de conexiones ella encontró a un propietario dispuesto a alquilarle una casa de tres habitaciones en una zona violenta del norte de Filadelfia por $700 al mes. Ella no sabe cuánto tiempo podrán alojarse allí porque le preocupan las drogas y la violencia del área. Su plan B es mudarse a Florida donde vive su hermano y donde la lista de espera para acceder a vivienda pública es más corta.

“Esa es la vida cuando no hay estabilidad”, dijo. “Tú no elijes dónde vives. No hemos organizado ninguna de las habitaciones porque no se sabe. Es difícil. Siento que estamos pasando por alto muchas cosas”.