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¿Puede la escritura ayudar a detener la discriminación? En Filadelfia, este autor cree que sí. | Helen Ubiñas

Un escritor local ayuda inmigrantes para que puedan contar sus propias historias.

El autor Carlos José Pérez Sámano ayuda a Rosa Ruiz a orientarse en la máquina de escribir que trajo consigo a un taller en Mighty Writers, donde los miembros y sus familiares escribieron sus propias historias y contribuyeron con una o dos oraciones a un proyecto de escritura colaborativa.
El autor Carlos José Pérez Sámano ayuda a Rosa Ruiz a orientarse en la máquina de escribir que trajo consigo a un taller en Mighty Writers, donde los miembros y sus familiares escribieron sus propias historias y contribuyeron con una o dos oraciones a un proyecto de escritura colaborativa.Read moreTOM GRALISH / Staff Photographer

El grupo se intercambiaba escritos en la parte trasera de las instalaciones de Mighty Writers El Futuro, ubicadas en el mercado italiano de la calle 9.

Eran madres y padres, trabajadores en restaurantes y de la construcción, artistas y poetas...al menos durante esa noche.

Eran de México, Guatemala, El Salvador, Ecuador, Colombia. Y ahora, de Filadelfia.

A algunos les gustaba escribir, a otros no tanto. Pero incluso el trabajador de la construcción, con sus pantalones oscuros salpicados de pintura...sus manos callosas, admitió que sentía algo de satisfacción al escribir su meta de conseguir un trabajo, y luego tacharla cuando lo había conseguido.

Hablaron sobre sus lenguas y culturas indígenas con el escritor mexicano Carlos José Pérez Sámano, de 34 años, quien dirigía el taller informal.

Algunas se habían perdido mucho antes de que hicieran sus viajes hacia los Estados Unidos. Unos pocos contaron que los regañaban de niños para hablar español en lugar de sus dialectos indígenas, para luego venir a los Estados Unidos a que se les dijeran que debían hablar inglés, no español.

Y luego Ivonne Pinto-García, quien anteriormente había dicho de manera muy enfática que la escritura era liberación, compartió esto:

Le dijo al grupo que se había acostumbrado a sentirse inferior en los Estados Unidos. Miedo de decir o hacer algo que pueda marcarla como una extraña. Miedo, y punto. Nunca se dio cuenta de cuánto hasta que un hombre, un estadounidense, le preguntó que de dónde era.

"De Puebla", dijo tentativamente.

“Wow, es hermoso allí”, recordó que aquel hombre le dijo.

“¿De verdad?”, ella preguntó sospechosamente. “¿De verdad?” repitió, como preparándose para un juicio de valoraciones, cuando él le menciona todas las cosas que amaba del lugar: la catedral, la plaza, la comida.

Ella le dijo al grupo que en ese momento se dio cuenta de cómo había permitido que las percepciones negativas que las personas tienen sobre los inmigrantes dictaran cómo se sentían sobre su país y consigo misma. Luego sintió un torrente de algo más: orgullo del lugar de donde había venido, del lugar donde había llegado, de la persona en que se había convertido después de hacer ese viaje y de los tantos otros que habían hecho peregrinaciones similares a la de ella.

Alrededor de la mesa, los demás asintieron.

No estaba segura de qué esperar cuando Pérez Sámano me invitó a uno de espacios bilingües de Mighty Writers, donde la organización sin fines de lucro ofrece programas gratuitos para niños y sus familias. Aun así, en un momento en que los inmigrantes de descendencia latina y negra son cada vez más discriminados y deshumanizados, me sentí atraído al lugar donde se los alienta a valorar su origen, su idioma y sus historias, donde se les están facultando para que puedan contar esas historias ellos mismos.

“Realmente creo que escribir puede cambiar el mundo”, dijo Pérez Sámano, quien se mudó hace tres años a Filadelfia desde México, cuando hablamos antes de impartir el taller.

Pérez Sámano escribe sobre la escritura:

Escribe para convertir experiencias dolorosas en arte.

Escribe para convertir el miedo en valentía.

Escribe para detener la discriminación.

Ahí está... Me volví para hablar con Pérez Sámano durante un descanso. Esto no fue solo un ejercicio literario. Este fue un poderoso acto de resistencia.

Él sonrió. Sacó de su mochila una máquina de escribir, que su tía le había dado. Una que él ha usado para escribir su propio trabajo. Invitó a todos a turnarse para escribir una palabra, una oración...lo que sea que les naciera.

Una mujer bromeó diciendo que de niña quería ir a la escuela para aprender a escribir, pero su madre le advirtió que una novedosa máquina no le ayudaría a conseguir un marido. Mientras ponchaba lentamente la máquina de escribir, otra mujer le tomó una foto. De esta manera, bromeó, podría decirle a su madre que consiguió el hombre y la máquina.

No sean tímidos, les dijo Pérez Sámano. Denle duro a esas teclas. Escriban esas letras.

El producto final fue una hermosa combinación de palabras, frases y experiencias, en inglés y en español:

"Hoy, aquí, me encontré a mí mismo y a mi feliz pasado.

Dejé mi pasado y vine a mi futuro.

La luna brillante, brilla en esta noche oscura".

Cuando se despidieron, salí. Los vendedores de frutas y verduras se habían ido a pasar la noche, pero al final de la calle había un cartel en neón de una taquería.