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Rem Em emigró de Camboya en 2002 para ayudar a cuidar de un nieto con leucemia. Doce años después se hizo ciudadana estadounidense. Fue uno de los momentos de mayor orgullo de su vida.
Desde ese entonces se ha cerciorado de ir a votar aunque su idioma natal sea jemer y no domine bien el inglés. Em charla acerca de los candidatos y las contiendas con sus familiares, así como con otros inmigrantes camboyanos en grupos comunitarios y de su vecindario en el sur de Filadelfia. Antes de votar, aprende cómo luce en inglés el nombre de su candidato preferido, así como el trazo de las letras que forman la palabra “VOTE” (votar, en inglés).
Luego acude al centro de votación, donde le muestra su identificación a un trabajador electoral a quien no entiende, firma el registro electoral que no puede leer, y examina las palabras en la máquina de votación que tiene enfrente para identificar cuidadosamente las líneas y curvas que memorizó.
“Quiero que se escuche mi voz”, dijo Em, de 70 años, este mes a través de un intérprete. “El motivo por el que me hice ciudadana estadounidense fue porque deseaba votar”.
Em, quien se jubiló de un empleo en una fábrica y vive de su pensión del Seguro Social, se podría beneficiar de la ley estatal de 2019 que expandió la capacidad para votar por correo. Es más fácil cotejar las letras que representan tanto valor en la privacidad del hogar que en el espacio estrecho del centro electoral, con personas esperando al otro lado de la cortina. Este año, por primera vez, cualquier elector registrado en Pennsylvania puede solicitar y recibir una boleta por correo sin tener que expresar un motivo especial que le impida presentarse el día de las elecciones.
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Sin embargo, en la ciudad grande más pobre de Estados Unidos, una ley aprobada por ambos partidos y promocionada como algo que facilitaría un acceso nunca antes visto a las urnas electorales no está haciendo mucho para incrementar la participación de los residentes, de acuerdo con un análisis de datos realizado por The Philadelphia Inquirer y ProPublica. En cambio, los habitantes de esta ciudad están votando en persona, si es que lo hacen, aun durante una pandemia mortal que ha afectado desmedidamente a las personas de bajos ingresos y a la población de color.
La ley ha mejorado el acceso a las elecciones para los votantes adinerados y de clase media que probablemente votarían de todos modos y, de acuerdo con la evaluación del Inquirer y ProPublica, se está utilizando mucho más en los vecindarios más ricos de Filadelfia. Hasta el 20 de octubre, más de 392 mil residentes de la ciudad habían solicitado boletas por correo para las elecciones generales. En los 10 códigos postales con mayor nivel de ingresos, el 47 % de los electores las ha pedido. Pero en los 10 códigos postales con el menor nivel de ingresos, únicamente el 27% de los electores lo ha hecho.
En las elecciones primarias del 2 de junio, cuando Filadelfia estuvo sometida a un cierre estricto por el coronavirus, solo un poco más de la mitad de los votos se emitieron por correo, y los vecindarios más ricos utilizaron el servicio postal en mayor medida. En los 10 códigos postales con el promedio de ingresos más alto por hogar, el 73 % de los votos fue depositado por correo; en los 10 más pobres, esa cifra fue solo de un 38 %. Los electores de bajos ingresos fueron más propensos a votar en persona a pesar del riesgo potencial de contraer COVID-19. (Estas cifras excluyen una pequeña cantidad de boletas en las que el método de votación no está incluido en la lista de votantes del estado).
En términos generales, la participación en las elecciones desde los 10 códigos postales con el menor nivel de ingresos disminuyó a un 26.8 % en junio, comparado con el 35.2 % en las primarias de 2016. En cambio, desde los 10 códigos postales con mayor nivel de ingresos esta descendió a un 38.8%, comparado con el 43.6% de 2016.
En nuestro análisis se encontró que las disparidades se centran en la situación económica y no en la raza. En Filadelfia, casi 1 de cada 4 residentes vive por debajo del umbral de pobreza, lo que la convierte en la única de las 20 ciudades más grandes del país por población con una tasa de pobreza del 20% o más, de acuerdo con la Encuesta de las Comunidades Estadounidenses (American Community Survey) de 2019. Aunque la raza y el ingreso están profundamente entrelazados, las áreas más prósperas con un alto uso de boletas por correo incluyen los vecindarios predominantemente negros en el noroeste de Filadelfia, donde la participación ha sido sistemáticamente de las más altas de la ciudad.
Estos son algunos de los obstáculos que enfrentan los residentes pobres. La falta de vivienda estable dificulta depender del correo y saber qué dirección proporcionar al solicitar que se envíe una boleta semanas o meses después. Las personas que no dominan el inglés tienen dificultades para entender el sistema de votación por correo y la difusión de información electoral del gobierno puede pasarlas por alto. La falta de servicio de internet, o de computadoras personales, puede complicar el proceso de solicitud de boletas o el mecanismo para encontrar información esencial sobre el tema.
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La ley omitió elementos clave que podrían haber ayudado a los electores pobres de la ciudad, como un registro más fácil de los votantes a través de inscripciones automáticas o el propio día de las elecciones y permitir la votación adelantada en persona, que está generando filas largas y una participación récord en otros estados.
Tampoco estableció el requisito de que se colocaran buzones electorales para que los electores pudieran introducir sus boletas personalmente, aunque Filadelfia está instalando algunos.
Em conoce ese tipo de obstáculos. Ella no tiene una computadora para que le facilite solicitar una boleta. El formulario de solicitud no está disponible en jemer y votar por correo no funciona con un elector que ni siquiera puede leer su correspondencia. Em acumula la suya en una bolsa de plástico durante varias semanas, para luego llevarla a un grupo de servicios sociales para personas de origen asiático donde un voluntario la ayuda a revisar las cartas que recibe.
También desconfía de la votación por correo y ni el gobierno ni muchos grupos comunitarios han priorizado educar a residentes de bajos ingresos como ella acerca de la ley.
“Me asusta”, dijo. “No estoy segura de cómo funcionaría”.
“Letra muerta”
La Ley 77 ha sido uno de los cambios más importantes de las leyes electorales de Pennsylvania desde 1937, cuando se redactó el código electoral estatal. Su aprobación a finales del año pasado estuvo acompañada de una gran fanfarria sobre la expansión del acceso a la votación.
“Durante demasiado tiempo, Pennsylvania ha hecho demasiado difícil que los ciudadanos realmente participen de lleno en nuestra democracia”, dijo el Gobernador demócrata Tom Wolf en la ceremonia de firma de la ley. “Estos cambios facilitarán que el pueblo vote y participe en nuestra democracia, que realmente se cuide la responsabilidad fundamental de la ciudadanía: votar”.
Aun así, ha sido un desafío implementar la ley durante una pandemia en la cual los electores están pidiendo boletas por correo en cantidades mucho más altas de lo que se esperaba el año pasado. La Ley 77 ha propiciado demandas y batallas legislativas acerca del acceso al voto y los procedimientos electorales. Eso ha disparado temores de que se retrase el conteo de votos durante varios días, lo cual haría que Pennsylvania fuera el equivalente este año a lo que sucedió en Florida en el 2000, cuando el resultado en disputa obligó a los tribunales a decidir el ganador.
Los ataques infundados del presidente Trump a lo largo de varios meses contra la votación por correo -presentándola como algo que incitará fraudes- han sembrado desconfianza hacia el método de votación, sobre todo entre los seguidores del líder republicano.
En las discusiones partidarias se ha ignorado la ineficacia de la ley entre los electores de bajos ingresos. En entrevistas realizadas meses antes de las elecciones con docenas de votantes, funcionarios electos, defensores de los derechos electorales y expertos, se describe un panorama constante: en general, los residentes pobres y de bajos ingresos no se están beneficiando de la posibilidad de votar por correo.
“La intención era que resultara útil”, dijo Kendra Brooks, miembro del consejo de la ciudad que ha defendido los derechos de los pobres y de la clase obrera de Filadelfia. “Entiendo la intención. Yo la celebré... No obstante, sin trabajar para garantizar que todos la conozcan, es letra muerta”.
No es que la ley esté suprimiendo el voto de los miembros de minorías y de bajos ingresos, se trata más bien de que cuando fue establecida no se tomaron en cuenta las barreras que ellos enfrentan. Asimismo, la pandemia ha frenado la educación de los electores y los esfuerzos de difusión que podrían haber ampliado el uso de la votación por correo.
El senador estatal Sharif Street de Filadelfia, vicedirector del Partido Demócrata del estado, señaló que “en general, estamos mejor que antes” con la nueva ley. Sin embargo, también añadió que se dejaron a un lado ciertas disposiciones claves.
“En esta ley, la ayuda que se estableció para los más pobres es algo principalmente incidental”, añadió. “Incluso se le podría llamar accidental”.
Profundos problemas sistémicos
Pennsylvania comenzó a permitir la inscripción por internet de electores en 2015. El año pasado comenzó a permitir que los electores soliciten boletas postales en línea.
Sin embargo, decenas de miles de hogares de Filadelfia carecen de acceso a internet de banda ancha o no tienen computadora.
En una encuesta de distritos escolares realizada en 2019, se encontró que únicamente la mitad de los alumnos dijo tener acceso a internet en casa, y las respuestas se fueron alineando de acuerdo con los niveles socioeconómicos en la ciudad. En varios de los vecindarios con los ingresos más bajos, las estadísticas mostraron que solo 1 de cada 4 estudiantes tiene acceso a la red de redes.
La barrera digital obstaculiza la votación por correo debido a que la forma más fácil para solicitar una boleta es por computadora. Asimismo, dicha brecha puede socavar la participación de los electores porque se reduce el acceso que estos tienen a información de calidad relacionada con las elecciones y los candidatos, así como la exposición a mensajes que los animen a votar.
“Me mudo de casa bastante, eso también hace que se me olvide".
Por ejemplo, los electores tienen la opción de proporcionar una dirección de correo electrónico cuando se registran para votar o al solicitar una boleta postal. Los funcionarios pueden enviarles correos electrónicos para proporcionar información acerca de las elecciones, así como recordatorios, como lo hizo el Departamento de Estado de Pennsylvania en varias ocasiones antes de las elecciones primarias de junio. Sin embargo, el porcentaje de los electores con direcciones de correo electrónico registradas en el estado es mucho más alto en los vecindarios más ricos que en las zonas más pobres de Filadelfia.
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Además, votar no es lo más presente en la mente de quienes están a punto de enfrentar un desalojo, o en las personas que viven provisionalmente con familiares o amigos o carecen de un hogar.
“No he estado muy al tanto de los temas (electorales) y todo eso”, dijo recientemente William Johnson, de 59 años, cuando hacía fila afuera de The Healing Center (el Centro de Sanación) en las calles de Broad y Venango del norte de Filadelfia, para obtener una caja de verduras y leche. Johnson contó que tiene antecedentes de drogadicción y que no ha votado en años.
“Me mudo de casa bastante”, añadió, “eso también hace que se me olvide”.
No obstante, el mes pasado, cuando unos voluntarios colocaron una mesa afuera del centro de distribución de alimentos para inscribir a electores, se registró. Dice que planea votar, pero en persona, porque no confía en el correo.
La inestabilidad de la vivienda complica el proceso hasta para las personas que ya decidieron votar. Aunque Filadelfia tiene una moratoria para los desalojos en estos momentos, de acuerdo con una encuesta de la Oficina del Censo en septiembre más del 57 % de los arrendatarios mayores de 25 años de esta zona metropolitana dijeron que tenía una probabilidad bastante alta, o algo alta, de perder su hogar en los próximos dos meses a causa del desalojo. Votar por correo no es una opción muy útil para esos electores: no tiene mucho sentido que alguien pida una boleta si no sabe dónde vivirá cuando se la envíen; y, si se muda a otro domicilio, el Servicio Postal de EE. UU. podría no reenviar las boletas a una nueva dirección.
Desde la elección presidencial de 2016, Lateefah Knight, de 33 años, ha vivido en un albergue de Filadelfia y en una vivienda de transición, un apartamento, una casa de huéspedes y con familiares y amigos.
Knight, quien trabaja atendiendo a personas de la tercera edad y con discapacidades, se cercioró de votar en 2016. Sin embargo, lo hizo cuando acompañó a un amigo al centro de votación que le correspondía a esa persona y tuvo que presentar una boleta provisional.
En 2018 sintió un gran alivio cuando encontró lo que creyó que sería un hogar más permanente para ella y su hija de 4 años. Al principio parecía asequible, pero poco después de mudarse al apartamento de tres habitaciones, el propietario aumentó el alquiler mensual a más del doble de sus ingresos, relató. La desalojaron poco después.
Por ahora, Knight no tiene un hogar estable. Se aloja en una casa de huéspedes del oeste de Filadelfia con el padre de su hija, o con familiares o amigos. Dijo que ha gastado por lo menos un mes de alquiler en tarifas para solicitud de vivienda, que nadie se la autoriza debido a su desalojo anterior.
“Estoy flotando en estos momentos”, dijo. “Ando por todos lados”.
Su hija es autista y necesita atención adicional. “Estoy tratando de mudarme y de trabajar”, agregó. “Es extenuante”.
Knight no ha tratado de votar por correo debido a que teme que algo perjudique su boleta. “Algo va a pasar”, comentó. “Quiero asegurarme de que mi voto se deposite y sea definitivo”.
“Estoy flotando en estos momentos. Ando por todos lados".
La mujer dijo que se ha comprometido con programar un espacio de tiempo para ir a votar. No está segura de qué centro de votación le corresponde, pero planea ir con un cliente que vive cerca para que voten juntos.
“El día de las elecciones, no me importa cómo llegaré hasta ahí, pero lo lograré por cualquier medio que sea necesario”, aseguró.
“No los olvidaron conscientemente”
Sí fue la falta de fondos lo que unió a ambos partidos para reformar el proceso electoral en Pennsylvania. Pero lo que limitaba el presupuesto del estado no era la pobreza en Filadelfia, sino las nuevas máquinas de votación.
En 2018, Wolf ordenó que se reemplazara cada una de las máquinas de votar del estado por sistemas más seguros con registros en papel que podrían auditarse o contarse manualmente, una enorme carga financiera que los condados tuvieron dificultades para sufragar.
Durante el verano de 2019, cuando colapsaron negociaciones previas para obtener fondos estatales, Wolf y los líderes del Partido Republicano (GOP), quienes controlan la legislatura estatal, comenzaron a realizar discusiones a puerta cerrada.
Wolf necesitaba fondos para que los condados compraran e implementaran las máquinas de votar. Los republicanos querían eliminar la votación por partido completo, la cual permitía que los electores seleccionaran en la boleta a todos los candidatos del mismo partido al mismo tiempo. Wolf también quería relajar varias de las restricciones más severas del condado de ese entonces, relacionadas con el tema de las boletas en ausencia. En ese momento, antes de que las infundadas acusaciones de fraude de Trump politizaran la votación por correo, eso también era aceptable para los republicanos.
Los legisladores actuaron rápidamente después de llegar a un acuerdo. Hace exactamente un año, el 22 de octubre de 2019, añadieron la expansión de la votación por correo como parte de una ley existente que fue aprobada con el apoyo de ambos partidos. Wolf firmó la ley nueve días después.
Aparentemente, el efecto que estos cambios en los electores de bajos ingresos tuvo escasa presencia en el debate.
“No los olvidaron conscientemente”, dijo el representante del estado, Frank Dermody, quien como líder demócrata de la Cámara de Representantes tenía conocimiento acerca de las negociaciones legislativas, pero no participó en ellas.
“Hicimos que [votar] fuera más fácil; lo hicimos más accesible pero no perfecto, y es probable que la información no les esté llegando a estas personas”, comentó. “Nadie decidió conscientemente que queríamos sobrecargar aún más a esas personas poco afortunadas, pero es posible que no hayamos abordado todas sus necesidades. Sin dudas, eso es lo que pasa cuando se trata de la votación”.
“No se trata de mala voluntad o algo por el estilo”, precisó Dermody. “Todos estamos muy ocupados y quizás no nos enfocamos en el tema en su momento”.
El representante republicano del estado, Bryan Cutler, de Lancaster, quien era el líder de la mayoría en ese entonces y funge actualmente como portavoz de la Cámara de Representantes, no estuvo de acuerdo con la noción de que los electores de bajos ingresos quedaron olvidados.
“El proyecto de ley fue diseñado de manera que hubiera oportunidad para todos en términos de la capacidad de votar por correo”, afirmó Cutler, quien participó en las negociaciones. “Yo diría que se les tomó en cuenta ya que tratamos de redactarlo de manera que estuviera a disposición de todos”.
La oficina de Wolf indicó que no estaba disponible para una entrevista. Jake Corman, el líder de la mayoría del Senado del estado y republicano del condado de Centre en Pennsylvania central, así como con Joe Scarnati, republicano del condado de Jefferson al sur de Pittsburgh y presidente provisional del Senado, también declinaron las solicitudes para entrevistas.
Lo que realmente ayuda a la gente a votar
A diferencia de otros 26 estados y Washington, D.C., Pennsylvania no tiene votación anticipada en persona. (Sí tiene votación adelantada por correo: las personas pueden acudir a la oficina del condado a solicitar una boleta postal y llenarla ahí mismo).
Además de contar con un sistema de votación adelantada que utilice máquinas de votación, sería útil establecer algunas otras políticas para aumentar la participación electoral de personas de bajos ingresos, dijo Chris Warshaw, profesor de ciencias políticas de la Universidad George Washington, quien se dedica a estudiar la representación política.
Una de ellas sería un mecanismo para que los electores se registren y voten el mismo día de las elecciones; otra sería un registro automático de electores, a través del cual las personas quedarían inscritas cuando interactúen con servicios gubernamentales, como al obtener una licencia para conducir. Veinte estados ofrecen inscripción de electores el mismo día de las elecciones y 19 tienen un registro automático de votantes, además de Washington D.C en ambos casos. Warshaw también señaló que enviar boletas por correo al electorado de manera automática, así como permitir que la fecha de las elecciones sea un día libre con goce de sueldo, también permitiría que la participación fuera más equitativa en términos económicos.
Los electores de bajos ingresos tienden a involucrarse más en el proceso electoral conforme se aproximan las elecciones, lo cual significa que votar antes del día programado para estas -y las fechas límites de los trámites-, no les resulta muy conveniente. Ese es uno de los motivos por los que la gente pobre se inclina a votar el día de las elecciones y por qué la votación por correo tiende a ser utilizada por personas que habrían votado de todos modos, en lugar de ayudar a atraer nuevos votantes, dijo Warshaw.
Al Schmidt, comisionado de la ciudad de Filadelfia, y el único republicano de la junta electoral, señaló que por lo general los patrones del voto por correo han indicado diferencias de participación electoral entre vecindarios ricos y pobres.
“Las áreas con el menor número de participantes, que eran por lo general pobres y, a menudo, con habitantes que no siempre dominan el inglés…también tienen tasas extremadamente bajas de solicitudes de boletas por correo”, dijo Schmidt.
Basándose en estos indicadores iniciales, Donna Bullock, representante estatal demócrata de Filadelfia, dijo que le inquieta que el sistema de votación por correo de Pennsylvania pueda exacerbar las desigualdades en el acceso a las boletas, ya que cualquier aumento en la participación surgiría fundamentalmente de los electores más adinerados.
“Aunque no suprima el voto de un grupo en particular, y esa no es la intención, me pregunto si se amplían las disparidades electorales debido al acceso que se tiene a este método”, indicó.
Durante las últimas tres décadas, los votantes elegibles de bajos ingresos han tenido consistentemente más de un 20% menos de probabilidades de votar que aquellos que ganan al menos el doble de lo fijado como línea de pobreza a nivel federal, según un análisis reciente de las encuestas de votantes de la Oficina del Censo realizado por Robert Paul Hartley, un asistente profesor de trabajo social en la Universidad de Columbia.
“Aunque no suprima el voto de un grupo en particular, y esa no es la intención, me pregunto si se amplían las disparidades electorales debido al acceso que se tiene a este método".
Esta falta de participación se va perpetuando debido a que los responsables de las políticas generalmente ignoran a los abstencionistas, o los olvidan, lo cual les da pocos motivos para votar en el futuro, señaló.
“Hay una pregunta capciosa”, dijo Hartley. “¿Las campañas no abordan sus problemas porque ellos no votan o ellos no ejercen su derecho al voto porque nadie habla de sus problemas?”
“Este es un grupo de población que puede votar y que quizás lo haría”, agregó Hartley, refiriéndose a elecciones anteriores, incluidas las de medio mandato, cuando estos votantes acudieron en mayores números. “Cuando se sienten motivados, pueden participar”.
Mejorar el sistema actual
Algunos grupos comunitarios están tratando de amplificar el efecto de la nueva ley. El ministerio de la iglesia de Broad Street (Broad Street Ministry), en el corazón de la ciudad, es conocido por su labor de servicio social y sirve de domicilio postal a unas 3 mil personas que carecen de hogar o no tienen vivienda regular. Este año el proyecto piloto de participación cívica de este ministerio enfrenta un desafío sin precedentes en su atareada sala para correspondencia: ayudar a todos esos electores posibles a registrarse y darles la opción de votar por correo por primera vez.
“La mayoría realmente quiere una boleta postal”, dijo Zhane DeShields, quien inscribió a electores allí el mes pasado. “Eso es lo primero que piden”.
Al mismo tiempo, algunos funcionarios electorales están yendo más allá de los requisitos de la Ley 77 para ayudar a electores que de lo contrario quizás no se beneficiarían con ella.
Desde los condados más pequeños de Pennsylvania, con unos 3 mil electores, hasta el más grande de Filadelfia con 1.1 millones, la ley exige que exista un solo lugar para la “votación anticipada”, ubicada en la oficina electoral principal y sin ningún buzón para depositar boletas. Por lo tanto, los funcionarios locales que quieren brindar más opciones están solos, con el financiamiento que puedan conseguir.
En Filadelfia, los comisionados de la ciudad abrirán más de una docena de oficinas satélite, gracias en parte a los $2.3 millones de dólares que proporcionó una organización sin fines de lucro con sede en Chicago. Los comisionados incluyeron sitios en zonas de baja participación, deliberadamente, donde pocos electores están solicitando boletas por correo, aunque admitieron que esos lugares tienen una concurrencia mucho menor que otros.
“Son decisiones difíciles que hay que tomar”, dijo Lisa Deeley, jefa de los comisionados. “Quiero decir, honestamente, que nuestra postura es querer asegurar que toda persona que pueda votar lo haga y que todos tengan un acceso equitativo”.
El Departamento de Estado de Pennsylvania, que está a cargo de supervisar las elecciones, ha alentado a los condados a ir más allá del requisito mínimo de la ley para abrir temporalmente oficinas satélites donde se puedan proporcionar y aceptar boletas a solicitud de los electores, creando un tipo de sitio de votación adelantada donde se puedan realizar esos trámites sin necesidad de otro paso.
Para decidir la ubicación de dichas oficinas, el Departamento alienta a los condados a tomar en cuenta factores como acceso a transporte y participación previa, además de abrirlas durante los fines de semana y fuera del horario laboral. En una declaración, el Departamento enumeró varias medidas adicionales que ha tomado más allá del mínimo requerido por la ley, como proporcionar sobres timbrados para devolver las boletas por correo.
“Nadie decidió conscientemente que queríamos sobrecargar aún más a esas personas poco afortunadas, pero es posible que no hayamos abordado todas sus necesidades".
Debido a que la ley no los exige, tales esfuerzos podrían ser frágiles y dependen de la buena voluntad y las prioridades de quienes estén al mando en cierto momento. En el futuro, ¿se mantendrán abiertas las oficinas satélite de Filadelfia si la ciudad no recibe fondos de organizaciones sin fines de lucro? ¿Pagará el estado los costos de envío de boletas para las elecciones de menos peso?
Cutler, el portavoz de la Cámara de Representantes, indicó que está dispuesto a considerar reformas adicionales, pero que desea ver más datos que orienten los cambios futuros.
“Tenemos que seguir observando la situación, pero a fin de cuentas la opción y la decisión de votar depende de cada persona y se basa en una serie de factores: su situación de vida o su deseo de participar o no participar”, indicó Cutler. “Con esto tratamos únicamente de asegurar que existan opciones seguras y protegidas”.
Mirando hacia el futuro
Mientras tanto, Rem Em se prepara para votar en el sur de Filadelfia. No por correo, sino en persona. Le teme al coronavirus, pero tiene listo su cubrebocas y su protector facial se encuentra sobre una mesa junto a la puerta.
Pronto volverá a memorizar los contornos que deletrean el nombre de su candidato, aunque declina cortésmente decirnos cuando le preguntamos por quién votará. El 3 de noviembre caminará sus cinco minutos para llegar al centro de recreación a la vuelta de la esquina.
Le mostrará su identificación al trabajador electoral y la guiarán hasta la máquina de votación.
Allí, comprobará minuciosamente que los rasgos de las letras que tenga enfrente correspondan a su selección y ejercerá su preciado derecho de votar.
Joshua Eaton, Lauren Rosenthal y Thy Anh Vo de ProPublica aportaron al reportaje.
Traducción de Mati Vargas-Gibson, edición de Ivette Leyva.